Día 7: Bad Wimpfen y Heidelberg

Kilómetros aproximados: 180.

Aunque nos hubiera gustado salir un poco más pronto, tuvimos que esperar que comenzará el desayuno a las 8, así que puntuales unos minutos antes allí estábamos; el desayuno no era muy abundante pero suficiente, aquí comenzamos a ver que el desayuno continental, que es el que me gusta, escaseaba o no existía, yo soy de tostadas y bollería, pero no suele ser el estándar por esta zona de Alemania, suelen ser más bien de fiambres. Sobre las 8’45 tras el check-out y cargar las maletas, estábamos saliendo.

De camino a Heidelberg, íbamos a hacer una parada que no nos hacía desviarnos apenas del camino, tras poco más de una hora de carretera, llegamos a BAD WIMPFEN; dejando ya definitivamente el estado de Baviera, para llegar al de Baden-Wurtemberg. Cuando te desvías de la carretera principal, ves una bonita silueta del pueblo, en la que destaca BLAUER TURM (Torre Azul), que es el símbolo de la ciudad.



Aparcamos en la Estación de Trenes (Bahnhof) con 1 € tenías para 2 horas. Dimos un paseo viendo las casas entramadas tan bonitas y que tanto nos llaman la atención, el paseo no nos llevó ni una hora, la verdad que el centro es muy pequeño y muy tranquilo; nos gustó mucho.










Hay una que destaca entre todas, FRÄNKISCHER FACHWERKBAU (en Badgasse 8), esta casa es conocida como “el joyero”.


Tras esta visita ya pusimos rumbo a nuestro destino final del día, pero como el trayecto no era ni una hora, decidimos no hacerle caso al GPS y en vez de ir por autovía, fuimos por carreteras locales, el trayecto fue muy agradable prácticamente todo el rato bordeando el río Neckar, viendo algunos castillos.


Llegamos poco antes de la 1 del mediodía a HEIDELBERG, fuimos directos al Parking P11 Unibibliothek (Sandgasse), pero de camino vimos un cartel informativo que decía que estaba lleno. Pero no había problema porque llevamos otro en reserva, el Parking P9 Am Theatrer (Friedrich-Ebert-Angale 51), que estaba muy cerca del anterior; muy bien situado porque entrabas por la avenida, y salías por una calle (Plöck) que ya era el centro. Nada más salir a la calle echamos mano al mapa para situarnos, y antes de que nos diera tiempo a sacarlo, rápidamente una señora que nos vio, nos preguntó que buscábamos y nos situó, muy amable la verdad.

En menos de 5 minutos llegamos al Hotel & Gasthaus Backmulde, aunque no era la hora del check-in todavía, al llegar ya teníamos la habitación, bueno en realidad la que tenían prevista para nosotros no, pero nos dieron otra que ya estaba preparada, detalle que agradecimos. Dejamos cosas y salimos a la calle principal (Haupstrasse).

Para comer elegimos algo rápido y sencillo, un Subway, pero no era el típico sándwich como yo creía, primero elegías el pan que era entre bocadillo y bollito, luego elegías entre varios tipos de carnes, y finalmente la salsa; no recordamos lo que nos costó, pero lo normal en este tipo de comida.


Tocaba visitar el hit de la ciudad, el SCHLOSS (Castillo), se llega en Funicular desde la estación de Kornmarkt, en la estación de abajo compras un ticket que incluye: Castillo, Patio del Castillo, Gran Barril, Museo Alemán de la Farmacia, y Funicular ida y vuelta. Precio 7 €. Horario: 8 a 18. Horario Museo Alemán de la Farmacia: 10 a 18. Horario Funicular entre Kornmarkt y Schloss: aproximadamente de 9 a 20. La visita al interior del castillo sólo es posible con guía, y su precio creo que era de 5 €, hay en alemán e inglés.

El Castillo está en una situación privilegiada en la ladera del monte Königstuhl rodeada de verdes bosques. Para su construcción se utilizó arenisca roja del valle del Neckar. Desde su construcción en el siglo XIII pronto se convirtió en una de las sedes residenciales más representativas del renacimiento. Durante el siglo XIX las ruinas del Castillo de convirtieron en arquetipo de la imagen romántica. Es como una sucesión de castillos y palacios construidos en diferentes épocas que le dan un aspecto diferente; destrozado por incendios, guerras o incluso hasta un rayo, solo ha sido reconstruido parcialmente.

Cuando llegamos arriba hacía bastante calor y había bastante gente, se notaba que estábamos en una ciudad que forma parte de los circuitos turísticos. Vimos lo que entraba en el ticket, DEUTSCHES APOTHEKEN MUSEUM (Museo Alemán de la Farmacia), GROSSE FASS (Gran Barril), y disfrutamos de las vistas; luego ya dimos por finalizada la visita.








Museo Alemán de Farmacia

Museo Alemán de Farmacia

Este no es el Gran Barril

Este SI es el Gran Barril

El funicular que te lleva desde Kornmarkt a Schloss continua más arriba hasta Molkenkur, este es el Untere Bahn (frecuencia 10 minutos). Luego existe otro que se llama Obere Bahn (frecuencia 20 minutos) que te lleva desde Molkenkur a Königstuhl, hasta los 567 metros de altura; pero este ya no entra en el ticket.

Quizá con menos calor hubiéramos subido, pero preferimos bajar y cruzar el puente KARL-THEODOR-BRÜKE [ALTE BRÜCKE], conocido como Puente Viejo, fue mandado construir a finales del siglo XVIII por el príncipe Carlos Teodoro, en el mismo lugar donde antiguamente había habido otros desde el siglo XIII. Las estatuas son, el príncipe Carlos Teodoro y Palas Atenea, diosa de la guerra y la sabiduría entre otras cosas.


Desde el puente y desde la otra orilla, se obtiene una bonita panorámica de Heidelberg, que es la imagen de la ciudad; la que sale en todos los folletos.







Luego con ese calor no apetecía otra cosa, que tomar algo fresquito; aunque en este país es un poco complicado, porque les gustan las cervezas y los refrescos bastante menos frío que a nosotros.


Como ya no apetecía hacer mucho más, decidimos dar un paseo en un barco, el muelle está junto al Alte Brücke. Hay un barco llamado Solarschiff “Neckarsonne” y luego otro de la Compañía Weisse Flote que es un barco de línea que hace varias paradas; están atracados uno al lado del otro, la duración del viaje es la misma, 50 minutos (que luego en realidad son escasos 40 minutos), y el precio también es el mismo, 8 €. Nosotros nos decidimos por este último, porque además luego nos dejaba en una parada que nos pillaba al lado del hotel; cogimos él último barco, que salía a las 17’50.








Luego como todavía hacía mucho calor, volvimos a descansar un rato en el hotel, teníamos que aprovechar que había aire acondicionado en la habitación.

Sobre las 8 salimos de nuevo, dimos un breve paseo y ya fuimos a cenar, elegimos un sitio tranquilo, sin tele, porque ese día jugaba Alemania la semifinal de la Eurocopa contra Francia, y algunos locales estaban llenos de gente; en Vetter pedimos pollo al limón y ternera, el pollo estaba bastante seco, la ternera mejor, con las cervezas costó 34 €.



Después volvimos a cruzar el KARL-THEODOR-BRÜKE [ALTE BRÜCKE], para hacer las mismas fotos que esta tarde, pero ya más tranquilos con las últimas luces del día.




De vuelta al hotel un heladito, mientras íbamos viendo lo animados que estaban algunos bares, con mucha gente en la calle viendo el partido; en la habitación vimos el final del partido, que perdió Alemania 0-2.

Y a dormir, mañana comenzaba otra fase del viaje, la Selva Negra.

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