Día 5: Meersburg y Friedrichshafen

Al despertarnos enchufamos los móviles para ver si había Wifi, o había que empezar el día protestando, y sí que había; para mí es importante poder ver las previsiones del tiempo, no se salir del hotel sin verlas.

Vistas desde nuestra ventana

Aquí sí teníamos el desayuno incluido, pero para ir al salón donde lo sirven, había que salir a la calle y entrar por otra puerta del mismo edificio, son escasos metros, pero si llueve es un pequeño inconveniente; el desayuno bastante bien, con buena variedad.

Antes de las 9 comenzábamos nuestra visita por MEERSBURG, a esas horas estaba muy tranquilo. Los principales lugares de interés para visitar son lo que ellos denominan el Castillo viejo y el Castillo nuevo, aunque este último nosotros lo llamaríamos Palacio más bien.

Ayer al hacer el check-in en el hotel, nos dieron un papelito que servía para obtener un 10% de descuento, en los principales museos de la ciudad; no era gran cosa, pero lo íbamos a usar.

Fuimos directos al ALTES SCHLOSS (Castillo Viejo), salimos bastante decepcionados, una porque es un castillo muy antiguo con muchas estancias vacías o prácticamente vacías, y con pocas cosas destacables; pero sobre todo porque no hay nada en inglés, sólo en alemán, lo cual hace que no te enteres de nada. El recorrido por el “Burgmuseum” (Museo dela Fortaleza) te lleva por un salón medieval, la Sala de los Caballeros, la Sala de Armas, habitaciones, mazmorras, capilla, y el jardín. Horario: 9 a 18’30. Precio: 9’50 €, con el descuento del hotel, 8’55 €.






Así que en menos de media hora ya lo habíamos visto, justo cuando salíamos vimos un cartel que decía que había un librito en español que valía 1 €, vaya ahora.  Al salir el chico de la puerta nos dijo, que no nos podíamos ir sin subir a la Torre, le choco porque como hicimos la visita tan rápido y las visitas a la Torre son con guía, pues todavía no había comenzado ninguna; así que como volvimos a entrar para subir a la Torre, volvimos a hacer la ruta, leyendo un poco la guía. Las vistas están bien, pero tampoco ves mucho más que desde la terraza del jardín del Castillo. Precio: 2’50 €, con el descuento del hotel, 2’50 €.






Luego muy cerquita se encuentra el NEUES SCHLOSS (Castillo Nuevo), construido en estilo barroco en el siglo XVIII y restaurado recientemente. Si la vista al Castillo Viejo nos había decepcionado, la del Castillo Nuevo todavía más, es bastante pequeño y sus salas no son nada del otro mundo; la verdad es que nuestros palacios son mucho más grandes y espectaculares. Horario: 9’30 a 18. Precio: 5’00 €, con el descuento del hotel, 4’50 €. Y además si quieres hacer fotos, tienes que comprar un ticket de 3 €, una estafa total, porque es que no hay casi nada destacable para hacer fotos.


Lo que más nos llamaba la atención a nosotros era una pequeña capilla barroca, pero resulta que tiene entrada desde la calle y el acceso es gratuito.



Tras estas visitas, alto decepcionantes, bajamos hacia la zona del puerto a través de unas escaleras, que nos dejaron justo justo en el puerto; pero nos acercamos hasta Unterstadttor, que es la puerta baja de la ciudad; luego volvimos al puerto.


Compramos billetes para ir a FRIEDRICHSHAFEN (11’20 € cada trayecto), y cogimos el barco de las 11’20. El lago tiene un montón de líneas de barcos con diversas frecuencias, que lo recorren todo. El trayecto a Friedrichshafen dura alrededor de una hora y hace un par de paradas, el día era muy soleado, y la temperatura muy agradable, pero se agradecía la brisa fresquita. Durante todo el viaje fuimos haciendo fotos.




Llegando a Friedrichshafen

Fuimos directos a visitar lo que nos había llevado hasta allí, el ZEPPELIN MUSEUM, que está en el puerto; en este museo está la colección sobre los dirigibles más grande del mundo (o eso dicen) que relata la historia en la ciudad donde fueron creados. El museo nos muestra tanto su construcción como sus viajes, su atracción principal es la reconstrucción de algunas secciones del dirigible LZ 129, al que los visitantes pueden subir, y ver algunas estancias reconstruidas, como salones y habitaciones. Horario: 9 a 17. Precio: 9 €.


El LZ 129 conocido como “Hindenburg” fue un dirigible alemán tipo zepelín, y uno de los mayores dirigibles construidos, con 245 metros de largo tenía una capacidad para 72 pasajeros y 61 tripulantes; llegaba a alcanzar los 135 km/h. el 6 de mayo de 1937 se incendió cuando estaba aterrizando en Nueva Jersey, murieron 36 personas y quedó destruido por completo en 40 segundos.




Este museo nos gustó mucho, aquí sí habían muchos carteles en inglés, además de muchas cosas dirigidas a los niños, y con eso cuando no llega el idioma, como suelen ser frases cortas y muy gráficas, ayuda bastante a que entendamos mejor las cosas. Además había para coger y llevarte de recuerdo diversas fotos, la tarjeta de embarque, el menú, etc.





Para comer, nada más salir del museo, había una terraza con una sombra genial, así que no pensamos más; pedimos dos variedades de salchichas, una bockwurst a la parrilla y una weisswurst que es típica de Bavaria, por supuesto las acompañamos de unas buenas cervezas; comimos estupendamente y nos costó 21 €.




Tras la comida fuimos a buscar una farmacia, para comprar crema solar que se nos había olvidado, y el paseo en barco ya había pasado factura a nuestra piel.

Desde el paseo se ve a lo lejos Schlosskirche, que su traducción sería “la iglesia del castillo”.

Con dirigible incluido en la foto

Dimos una vueltecilla y subimos al AUSSICHTSTURM AN DER HAFENMOLE, que es una plataforma metálica de 22 metros de altura, desde donde hay buenas vistas del lago y la ciudad.



Después de bajar de la torre de observación, como el calor y el sol apretaban nos tomamos unos granizados para refrescarnos (2 €).


Y ya decidimos coger el barco de las 16’20 para volver a Meersburg, nos pusimos crema y yo me eche una siestecilla hasta la primera parada, más feliz que feliz. Durante todo el camino continuamos haciendo fotos y disfrutando del agradable paseo en barco.












La llegada a MEERSBURG, aunque no tiene una entrada al puerto tan espectacular como la de Lindau, sí que tiene una bonita vista de la ciudad sobre la colina rodeada de viñedos.




Al llegar todavía hacía calor, pero paseamos un ratillo, y llegamos hasta la puerta alta de la ciudad, Obertor.



Como el calor a esas horas todavía era sofocante y no apetecía pasear mucho, nos fuimos a una terraza con una estupenda sombra en el Hotel Wilder Mann, que estaba junto al lago y a la que ayer le habíamos echado el ojo; decidimos tomarnos una radler, para no empezar tan pronto con las cervezas.


Luego cambiamos de sitio, y volvimos al que estuvimos ayer, Weinhaus Hanser, su terraza en la calle principal, Unterstadstrasse, es un bien sitio para disfrutar una cerveza.

Después ya era hora de ir buscando sitio para cenar, elegimos Alemannen Torkel, aquí se suponía que tenían carta en español, pero no, así que entre inglés, francés y alemán, y la ayuda del diccionario, pedimos un par de platos de carne, que no recuerdo muy bien que eran, pero estuvo bien; junto con las cervezas nos costó 32 €. Nosotros cenamos en la terraza, pero tiene un interior muy bonito.




Después de la cena rematamos con un heladito mientras volvíamos paseando al hotel. Una última foto del lago al atardecer, para despedirnos de esta pequeña ciudad que nos había gustado mucho.


Una vez en la habitación, rehicimos las maletas, y poco más de las 11 a dormir; mañana ya comenzaba nuestra típica ruta, cada noche en una ciudad diferente; parecemos un equipo ciclista, cada noche en un hotel. A algunos les puede parecer algo agobiante, pero nosotros ya le hemos cogido el tranquillo.

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